Esta receta me ha llevado varios días elaborarla, más que nada porque estaba dándole vueltas a cómo conjuntarla y que quedara redonda. Lo que pretendía era darle una pequeña vuelta de tuerca a las sopas de pan de toda la vida. Si os soy sincero, estoy muy contento con el resultado, ya que he obtenido un desayuno reconfortante, dulce, con sabores agradables y, sobre todo, nutritivo. Os lo recomiendo encarecidamente y os doy mi palabra personal de que no fallaréis si se lo servís a alguien. También vale como merienda o como cena ligera.
1 – Infusionamos 10 minutos la leche a fuego medio junto con las pieles de naranja y limón, la canela y el azúcar.
2 – Batimos el huevo y mojamos en él los cubos de pan. Mientras tanto, vamos calentando una sartén a fuego medio-fuerte, en la que pondremos la mantequilla y un chorrito de aceite de oliva. Añadimos los trozos de pan y los dejamos hacerse bien por todos los lados. A mí me gusta que se les forme una costra dorada sin llegar a quemarse.
3 – Retiramos los cubos de pan de la sartén y los ponemos en un cuenco. Añadimos la leche, colándola primero (para quitar cualquier trozo de piel o de canela) y, con una cuchara, vamos partiendo poco a poco los trozos de pan para que se empapen bien. Hala, buenos días.
Suena rico, rico y nutritivo.
Igual mañana si me levanto con tiempo me lo preparo para el desayuno